SAMUEL (cuento)

SAMUEL  
Samuel corre la carrera más importante de su corta vida, acelera, se aproxima a una curva peligrosa las llantas de su coche derrapan, toda la presión está en su triunfo, la gente grita, ruuuuuuuuuuuuuun acelera aún más, cada vez más rápido, pasa por debajo de la mesa de la cocina, hacia la sala, de pronto entra en un terreno áspero – Oh no!! Las arenas movedizas!- prrum prrum prrum, el auto rojo continúa hacia la recámara de su mamá pasa por debajo de la cama, luego choca con el closet – La cueva de la muerte!- valiente como ha sido Samuel desde los 4 años cuando comenzó su afición por las carreras caseras entra a la cueva de la muerte; ruuuuuum. No ve nada, el closet es demasiado oscuro y sus ojos tardan en acostumbrarse. Un pequeño haz de luz entra por la puerta que no se ha cerrado completamente. Samuel coloca el cochecito rojo debajo de la luz. Lo comienza a levantar como si ese rayo fuera un artefacto extraterrestre que esta succionando el coche hacia otro planeta. Cuando el cochecito llega a la altura de sus ojos logra ver que al fondo de la habitación su madre acaba de salir de bañar. Él se queda callado, su misión secreta no le permite hacer ningún ruido, los marcianos podrían escucharlo. Su madre pone una pierna sobre la cama y se unta crema de depilar, luego toma un rastrillo y lo desliza sobre la espinilla izquierda. Samuel sostiene el carrito pero ya no lo observa. Ahora el rayo de luz es una fuerte imagen que atrae a Samuel de manera hipnótica. Su madre cambia de pierna y repite el procedimiento, esta vez la bata de baño se ha deslizado un poco más y Samuel puede ver parte del muslo. La madre hace un movimiento brusco para depositar el resto de la crema de depilar en un bote y Samuel alcanza a ver su pecho.   
Se queda unos instantes paralizado, se recarga en los vestidos que yacen colgados detrás de él, inmediatamente voltea y los huele. Toma su carrito y sale disparado del closet haciendo ruido de velocidad. – Ay menso! Me asustas. Samuel la voltea a ver con el rostro ligeramente enrojecido.   
Ha pasado una semana desde que Samuel ha adoptado la misión intergaláctica de ocultarse en el closet a la hora del baño de su mamá. Hasta ahora lo ha hecho muy bien, es un gran agente. Hoy sin embargo, es la hora del baño y él simplemente observa a Marianita por la ventana mientras juega con sus barbies. Lanza el carrito rojo de un extremo a otro de la ventana con cara de aburrimiento.   
Vino  un hombre a visitar a su madre y llevan platicando siglos en la sala, Samuel está un tanto ansioso, toma el carrito rojo y lo lleva a la entrada del cuarto de su mamá. Se agacha y alcanza a ver unas telarañas que hay debajo de la cama, lanza su cochecito en línea recta para atrapar a esos monstruos infernales. No lo logra, han capturado su maravilloso coche rojo, corre a su habitación por una bolsa de bombas de largo alcance para la misión. Deposita la bolsa frente a la habitación de su madre, y comienza a lanzar canicas hacia las telarañas. Una de las canicas viaja sobre el piso de madera y al Samuel escucha pasos que se dirigen hacia la habitación, y gatea rápidamente y se coloca debajo de la cama. Las piernas de su madre entran caminando hacia atrás, seguidas por los pies de aquel hombre, cierran la puerta y cae la falda de su madre, luego la blusa, el brasiere, la camisa del hombre; La lluvia de telas no cesa. Escucha los besos y la respiración agitada de ambos, trata de asomarse para ver mejor pero le da miedo que lo descubran. Asoma un poco la cabeza y observa los pechos de su madre, el hombre ahora le quita la ropa interior y la coloca sobre la cama, Samuel vuelve a meterse para que no lo vean. Cada vez la respiración es más fuerte y comienza a haber gemidos sutiles. Samuel también aumenta su respiración, comienza a sentir calor entre las piernas, un calor que se disipa poco a poco a todo el cuerpo, se recuesta boca arriba justo debajo de dónde está su madre, y se queda quieto mientras el colchón se mueve de arriba abajo acompañado de un rechinido que a veces confunde con los gritos de su madre.   
Cada vez más rápido, cada vez más fuerte, cada vez suceden más cosas de las que Samuel no puede ser testigo visual, de pronto el colchón se mueve tanto que casi toca la nariz de Samuel bajo la cama. Su madre grita pero parece estar contenta, el hombre también lanza sonidos que Samuel nunca había escuchado. Decide asomarse, tiene que ver lo que está ocurriendo. Sale poco a poco, deja una pequeña marca de sudor en el piso, se levanta con cuidado y cuando está a punto de voltearse para ver – Niño!! – Samuel voltea y ve a su madre desnuda y al hombre buscando algo con que cubrirse,- ¿¡Qué haces aquí, salte, salte!- La madre se ha tapado con una sábana, Samuel corre por encima de la ropa tirada en el piso y se va a su cuarto. Esta muy agitado, no le gusta que su mamá lo regañe.  
Han pasado algunos días desde “el incidente” como lo llama su madre, Samuel lanza su carrito de un lado a otro de la meza del comedor, al fondo se escucha la regadera pero la puerta de la habitación está cerrada. Samuel se levanta y observa por la ventana; Marianita salta la cuerda. Decide salir a jugar con ella. Desde la ventana los vemos platicando y luego Samuel toma le toma la mano mientras ella lanza risas nerviosas. Tomados de la mano, entran a casa de Marianita.   
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, Marianita tiene los ojos cubiertos y está frente a la pared, Samuel corre por la casa, sube las escaleras y se mete en el closet de la madre de Marianita.  Se escucha como se cierra una regadera y se abre la puerta del baño.   

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